lunes, 20 de agosto de 2012

"AL MAESTRO CON CARIÑO" - RESUMEN ACADÉMICO EDUCATIVO



1.    Consideración Inicial
2.    ¿Cuál es el maestro que necesitamos?
3.    Desarrollar un proceso de investigación
4.    Tradiciones, Conceptos y Experiencias
5.    Desde un Saber Pedagógico
6.    Y ¿Dónde queda la familia?



1.    CONSIDERACIÓN INICIAL
Son pocos los casos, en los cuales encontramos un maestro que a pesar que no es su vocación entra a la escuela por necesidad pero asume su rol, con tanta profesionalidad hasta producir cambios significativos en sus estudiantes, sin importar los insultos, rebeldías; por el contrario, opta por cambiar las estrategias hasta lograr que los jóvenes cambien de actitud y sea personas dignas de respetar, amar, sonreír y desenvolverse en comunidad.




2.    ¿CUÁL ES EL MAESTRO QUE NECESITAMOS?
Evidentemente, hemos de notar que la intención de la sociedad no es presentar al maestro como el educador ideal, al desvalorizar su labor como la fuente de conocimientos y saberes latentes para la formación ética, estética e intelectual de los alumnos. Viéndose ésta afectada día a día y claramente subestimada como un continuo adiestramiento regido por un transmisor de conocimientos (docente) enviado a un receptor (alumno); lo cual provoca una enorme connotación al presentar altibajos a lo que se le ha llamado la educación “moderna”,  al intentar generar un modelo activo tanto para los maestros, quienes se convertirán en orientadores y promotores de cambios positivos; como para los estudiantes, cuyos aportes contribuirán a un pleno proceso de formación y desarrollo cognoscitivo.




Entonces, “¿Qué debemos hacer primero, cambiamos el sistema de enseñanza para educar bien o educamos bien para cambiar el sistema de enseñanza? Si esperamos a cambiar el sistema de enseñanza necesitamos hacer toda una modificación en las estructuras a escala general, en cada centro educativo. Va a llevar más tiempo. Si empezamos por la segunda opción, educando al niño a conciencia, trabajando valores y principios, le estamos dando la oportunidad de afianzar su seguridad personal, de levantar su autoestima y quererse a sí mismo; de acrecentar su nivel de solidaridad y de compromiso, de aprender a convivir, de ser responsable y de dedicar su vida a servir y ayudar a la humanidad. Logrando esto, seguramente cambiaremos el sistema de enseñanza”[1].



Por tanto, se debe educar al niño para encontrar su propio ser, a tener seguridad y no temer a ser líder de sí mismo. Fomentando en él, un sentido que le permita enfrentar y reflexionar las diversas situaciones que se afrontan en la vida, no limitándose a actuar de una manera lógica y metódica.
El maestro que se necesita, enseña a sus aprendices a ver el lado bueno de los hechos ocurridos, a resaltar lo más importante de cada experiencia, a aprender a perder y a correr riesgos transformando sus sueños en realidades. “La educación necesita tanto de formación técnica, científica y profesional como de sueños y utopía”[2].



Por ello, cabe resaltar, que un buen docente, explora nuevas posibilidades para reemplazar estos métodos ambiguos, arcaicos y, sin duda, de poco interés para los estudiantes; pretendiendo, también, construir y avivar la creatividad y espontaneidad de ellos, fomentando transformaciones a partir de los hechos que presencian en los variados contextos socioculturales, que sirvan al estudiante “no solo para que aprenda algo que no sabía, sino hacer de él, alguien que no existía”[3].



Además, la educación debe pasar del tradicional discurso al ambiente educativo, entendiéndose esto como una amplia red de relaciones humanas, que propician el aprendizaje colectivo por medio de la creación de condiciones en las cuales cada uno pueda explorar intereses, habilidades, aptitudes, capacidades y preguntas.



“La educación sale de sistemas autoritarios rígidamente jerarquizados y se convierte en una organización dinámica y flexible con amplios sistemas de participación. El tiempo deja de ser una norma rígida a la cual deben plegarse el juego, el trabajo, la relación humana, y se convierte en algo que debe ser ordenado y distribuido para el logro de unas metas fijadas. El espacio también adquiere una nueva dimensión, en tanto que no sigue siendo un confinamiento sino que se vuelve un punto de partida para la exploración intelectual y social”[4]. Asimismo nosotros como futuros docentes debemos buscar estrategias que les permitan a nuestros alumnos reconocer en nosotros su ejemplo a seguir, donde los actos valen más que mil palabras y  por medio de ellos ayudarles a desenvolverse en el mundo que los rodea.




3.    DESARROLLAR UN PROCESO DE INVESTIGACIÓN
Se proponen los problemas de investigación, como unos  derivados de la complejidad del acto educativo, que exigen a su vez estrategias,  métodos viables y aplicables para su resolución, en pos del reconocimiento de las potencialidades y necesidades específicas en las que se desenvuelve su entorno. No obstante, Eloísa Vasco sustenta que: ese componente investigativo en la actualidad, se percibe como un proceso complejo y fuera del alcance de la labor del maestro en el medio en el que interactúa, estableciendo una disyunta en su actuar: o se es maestro o se es investigador.




Consecuentemente, para la producción del saber pedagógico a partir de una práctica reflexiva, el docente puede “arriesgarse” a plantearse interrogantes, dudas y retos, que le permitan fijar su mirada en su quehacer; Por esto se designa el tipo de investigación que se propone para el maestro, con el término de "investigación en el aula"; puesto que el aula es el ámbito natural de su actividad profesional, social y académica.
Por lo tanto, en relación con las anotaciones precedentes, se plantea la necesidad de fortalecer la presencia de profesores capacitados y deseosos por desarrollar en su aula un ambiente reflexivo dentro de los diferentes contextos educativos, que se preocupen no solo por el cumplimiento de los lineamientos y contenidos curriculares establecidos por profesionales desvinculados al quehacer docente, sino por la innovación e investigación educativa, en búsqueda de su autoformación como profesionales  competentes. Un maestro-investigador rompe con ese esquema de la investigación como un proceso complejo y admite que la investigación inicia por y para las problemáticas existentes en el aula, donde las interrogantes que se formulan y los resultados que se obtienen repercuten día a día en su entorno.




4.    TRADICIONES, CONCEPTOS Y ESPERIENCIAS
Las tradiciones, los conceptos, las experiencias y los relatos de una sociedad, atienden a un saber pedagógico, distinguido por el devenir histórico de las prácticas educativas, que han sido definidas por un orden político-económico, en un intento por reorientar la mirada pedagógica de Colombia y el mundo.

En este sentido, es donde se comprende que la situación actual (globalización), ha transformado el derecho del pueblo de regirse a sí mismo, por expresar lo que se desea a otros, para que éstos sean quienes los gobiernen; haciéndose responsable de la forma organizativa que utilizan los miembros de la sociedad. Lo cual, nos hace notar que en el discurso oficial que maneja la globalización, se obedece más que nada a una praxis de la independencia por la dependencia.

Consiguientemente, hay que advertir la posibilidad o imposibilidad de establecer una educación alejada de la política, ya que somos seres humanos que vivimos en conjunto, atendiendo a un objetivo común. Así, la formación es un derecho de todos que debe ser asegurado, pero ello, implica fundar unas condiciones favorables, en un sentido político-económico, que respalden el buen desarrollo de ésta.
Sin embargo, hoy por hoy, la enseñanza tal parece que ha pasado de un lugar privilegiado a uno secundario, dando paso a la racionalidad del capital y de una inversión específica a costos en un bienestar individual y no colectivo. Siendo atendida bajo una óptica diferente y forzándola a modernizarse, pretendiendo hacer más con menos.



Por tanto, todo éste saber pedagógico, que parte de un orden social y obedece a una disposición política-económica, emana el esfuerzo de una colectividad por comprender cuál es el sentido de la educación, y generar múltiples respuestas en torno a ello, como: instruir o guiar, aconductar, disciplinar y formar, entre otras.



Lo cual me impulsa, un deseo de discernir ¿Qué debe ser de la educación?, ¿Debe la educación responder a un mandato político, o debe propiciar la formación, pensándola como algo independiente?




5.    DESDE UN SABER PEDAGÓGICO
Constantemente, vemos que el maestro se enfrenta ante una disyuntiva que parte del rol asignado y el saber pedagógico, las cuales propician una formación en subjetividad; entiéndase ésta como las percepciones basadas en el punto de vista de un sujeto, influido por sus intereses y deseos particulares.

Es por esto, que la propuesta más innovadora en la educación, apunta a que el maestro promueva la construcción del conocimiento, resignificando la labor docente en una tarea de creatividad científica, la cual vincule el saber y las tecnologías de organización.



Sin embargo, una buena educación no depende únicamente de la implementación de un modelo pedagógico, sino que concibe un análisis de los modelos pedagógicos ensayados; logrando conocer cómo los componentes estructurales de la práctica pedagógica moderna se han venido superponiendo sobre la escuela y sobre el maestro en nuestro país.



Por tanto, se hace necesario que el maestro aborde la formación de la ética de la infancia y comprenda los modos de castigar o disciplinar a los niños, pues los avances en las teorías pedagógicas dejan de tener el mismo ritmo que los cambios en las técnicas disciplinarias dentro de la escuela, los cuales arrojan como resultado: crisis de ética y vacío de valores.



Por consiguiente, debe existir una relación mutua entre saber y técnicas, no es de teoría a práctica. Y -diré que el saber pedagógico, al cabo de todas estas innovaciones, orienta a explorar zonas cada vez más íntimas de la subjetividad, como si avanzara, por así decirlo, a saltos cualitativos, pasando por niveles teóricos y epistemológicos- (Saldarriaga, 2003). Pues, “la educación es una libertad, la pedagogía una forma de producir libertad, y tanto la educación como la pedagogía han de preocuparse […] de transformar sujetos. No producir sujetos, sino llevarlos a procesos de transformación de su propia subjetividad”[5].



Finalmente, frente a las implicaciones que tiene la circulación del saber pedagógico dentro del aula, “el asunto es lógico: cada vez que se abría una ventana, cada que entraba una luz lo que se aclaraba era la inquietud, se hacía mayor, más compleja, se volvía un problema de investigación, y por tanto cada acontecer en el aula es objeto de observación, seguimiento, planeación y evaluación”[6].




6.    Y ¿DÓNDE QUEDA LA FAMILIA?
El constante devenir en la sociedad y las prácticas educativas, sugiere una vez más la integración de los padres al proceso enseñanza aprendizaje de sus hijos, que piense en la responsabilidad de ellos en la educación de sus hijos, son los primeros educadores de esos seres que ellos quieren tanto.



Ya que es frustrante y decepcionante ver cómo el núcleo de la comunidad (familia), ha dejado a un lado su papel formador, llevando el futuro de ésta (el niño) a que se defienda de la ‘selva de cemento’ en la que se les exige que sean un adulto en miniatura, comprendiendo y afrontando las necesidades y dificultades que se presentan a su alrededor ignorando lo hermosa y significativa  que es la niñez en la vida del ser humano; por tal motivo, se ha creado un desajuste que afronta la escuela, donde, además de formar el conocimiento de los niños, debe suplir las deficiencias de cada mundo y microcosmos que representa el infante, influenciado por su contexto, que a medida que pasan los años, se ve más envilecida, denigrando la moral y la ética que permite a los hombres crecer en sus procesos formativos, algo que parece ser de hace muchos años atrás (s. XVI y XVII) “persistió en sociedades donde a los niños no se les llevaba a la escuela. En Inglaterra o Francia, los niños dormían junto con los adultos, usaban la misma ropa, trabajaban en las mismas faenas y hasta se divertían con los mismos juegos (asistían a las fiestas y escuchaban chistes subidos)”[7].



De este modo, mediante una educación plena se hace necesario que la familia se ocupe y preocupe de los hijos, los forme en acciones de valores, involucre el ambiente en el hogar, permitiendo descubrir y apoyar el proceso de formación.


[1] - 4 DUQUE LINARES Jorge “El arte de ser Maestro”.
[2] FREIRE Paulo.
[3] RUSKIN John.
[4] CAJIAO R.  Francisco “La formación de maestros y su impacto social”.
[5] FOUCAULT, Michel. “HERMENÉUTICA DEL SUJETO” 1994. 
[6] SANCHEZ CARDOZO Néstor Alonso. “LA EXPERIENCIA DE INSTALACIÓN DE SABER PEDAGÓGICO EN CUATRO ESCUELAS NORMALES SUPERIORES DEL VALLE DEL CAUCA”. Santiago de Cali, Colombia. Diciembre 2011.
[7] PLUMB. 1974. Citado por  Newman y Newman en 1985.

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