miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL PODER DE LA MARGINACIÓN


El desalojo forzoso, el abuso del poder en pro de una segregación y marginación la discriminación, son algunos de los temas que se pueden evidenciar en la película “Distrito 9” y que claramente en la actualidad vivenciamos desde unas prácticas cotidianas y poco reconocidas.

La desigualdad entre los seres humanos forma parte del orden natural de las cosas. Si analizamos una de las bases filosóficas de Thomas Hobbes “el hombre es un lobo para el hombre” podemos entender, que muchos de las corrientes sociales de carácter colectivo, especialmente en el contexto de los derechos humanos, da inicio a diversos espectros basados en creencias estereotipadas sobre los que manifiestan un determinado mandato social regido por el poder.
 
La discordia de las sociedades, generadas por un cambio en las estructuras humanas, pretende construir nuevos  sistemas político-económicos que impongan y rivalicen procesos de control y emancipación.

Indudablemente, esta disputa por gobernar, por obtener poder tras poder, por establecer las ideologías y pensamientos a otros, se ha convertido en una evidente forma de auto preservaciones influenciadas por actitudes y acciones puramente políticas.

A lo largo de la modernización de las ciudades, se evidencia el proceso de división estructural frente a una exclusión de los grupos que se encuentran en una desventaja social. Es decir, el grupo que no cumple los requerimientos básicos para convivir con las demás personas y que posiblemente les represente una amenaza, en vista de la alteración del “orden social”, son reprimidos y apartados de los demás; pues les llevan hasta sus puntos de unión, conocidos usualmente como Distritos, unas herramientas mínimas para que puedan “vivir dignamente” (que resultan inhumanas e inadmisibles), como vivienda, comida, etc… con el fin de evitar al máximo que éstos tengan que salir a suplir dichas necesidades en otros ambientes que incomodarán a los demás. De este modo, se comprende la clara intención de marginarlos para que no terminen “mezclándose” con la demás población.
 
Por ello, el paso de las estratificaciones sociales, como impulso de “industrialización, inclusión y equidad” poco modifica una estructura social y económica interna, la cual está basada en el poder de los dirigentes y en la sujeción (llena de limitaciones tradicionales y debilitada por la existencia de una frontera) de una numerosa población de segregados e “inhumanos” excluidos.

Esta estructura permite la dominación política de las poblaciones minoritarias e indefensas de las formas de modernización cultural que se esbozaban en los sectores urbanos. Los rechazados de las zonas de nueva urbanización se van haciendo más y más atrasados a medida que cambiaban las condiciones generales de la economía, y por tanto más dignos de marginación.

Evidentemente existe una condición discriminatoria al pretender un desalojo y desplazamiento forzado de dichos sujetos, cuando aumenta esporádicamente el temor por lo desconocido frente al avance de éstos y a las próximas implicaciones que repercuten en la demás población, como un desarrollo más eficaz que el establecido por las corporaciones, o los avances tecnológicos y/o científicos que se puedan realizar, al igual que un alce que pretenda mostrar resistencia a la marginación y pretenda una participación.
 
Sin embargo, por difícil que se analice la situación, podemos ver que la visión transformadora  e innovadora de grupos sociales que tienden a proteger los Derechos Humanos como principio fundamental de valores éticos que componen la dignidad humana. Para ello se hace necesario comprometer las acciones y de un estado equitativo, en el que todo poder y jurisdicción sean recíprocos, y en donde sea posible,  lograr la promoción, la protección y la expansión de los derechos económicos, sociales y culturales de manera holística.
  
REFERENCIAS
Thomas Hobbes
Alejandro Ulloa

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