La discordia de
las sociedades, generadas por un cambio en las estructuras humanas, pretende construir nuevos sistemas político-económicos que
impongan y rivalicen procesos de control y emancipación.
Indudablemente, esta disputa por gobernar,
por obtener poder tras poder, por establecer las ideologías y pensamientos a
otros, se ha convertido en una evidente forma de auto preservaciones influenciadas
por actitudes y acciones puramente políticas.
A lo largo de la modernización de las
ciudades, se evidencia el proceso de división estructural frente a una
exclusión de los grupos que se encuentran en una desventaja social. Es decir,
el grupo que no cumple los requerimientos básicos para convivir con las demás
personas y que posiblemente les represente una amenaza, en vista de la
alteración del “orden social”, son reprimidos y apartados de los demás; pues
les llevan hasta sus puntos de unión, conocidos usualmente como Distritos, unas
herramientas mínimas para que puedan “vivir dignamente” (que resultan inhumanas
e inadmisibles), como vivienda, comida, etc… con el fin de evitar al máximo que
éstos tengan que salir a suplir dichas necesidades en otros ambientes que
incomodarán a los demás. De este modo, se comprende la clara intención de
marginarlos para que no terminen “mezclándose” con la demás población.
Por ello, el paso de las
estratificaciones sociales, como impulso de “industrialización, inclusión y
equidad” poco modifica una estructura social y económica interna, la cual está
basada en el poder de los dirigentes y en la sujeción (llena de limitaciones
tradicionales y debilitada por la existencia de una frontera) de una numerosa
población de segregados e “inhumanos” excluidos.
Esta estructura permite la dominación
política de las poblaciones minoritarias e indefensas de las formas de
modernización cultural que se esbozaban en los sectores urbanos. Los rechazados
de las zonas de nueva urbanización se van haciendo más y más atrasados a medida
que cambiaban las condiciones generales de la economía, y por tanto más dignos
de marginación.
Evidentemente existe una condición
discriminatoria al pretender un desalojo y desplazamiento forzado de dichos
sujetos, cuando aumenta esporádicamente el temor por lo desconocido frente al
avance de éstos y a las próximas implicaciones que repercuten en la demás población,
como un desarrollo más eficaz que el establecido por las corporaciones, o los
avances tecnológicos y/o científicos que se puedan realizar, al igual que un
alce que pretenda mostrar resistencia a la marginación y pretenda una
participación.
Sin embargo, por difícil que se analice la
situación, podemos ver que la visión transformadora e innovadora de grupos sociales que tienden a
proteger los Derechos Humanos como principio fundamental de valores éticos que
componen la dignidad humana. Para
ello se hace necesario comprometer las acciones y de un estado equitativo, en
el que todo poder y jurisdicción sean recíprocos, y en donde sea posible, lograr la promoción, la protección y la
expansión de los derechos económicos, sociales y culturales de manera holística.
REFERENCIAS
Thomas Hobbes
Alejandro Ulloa